Mac DeMarco se presentó el domingo 15 de noviembre en Groove
para dar un excéntrico show.
Mientras gran parte de la Argentina estaba prendida a la
televisión mirando el debate presidencial, el público de Mac coreaba temas de
Tame Impala, The Strokes y Talking Heads, y todos bailaban apretados a la
espera del deseado show.
Los Asteroids fue la banda telonera encargada de calentar el
ambiente, a pesar de que el calor en el lugar ya se sentía desde temprano, y la
cuenta regresiva se puso en marcha.
Minutos más tarde, se abrió el telón y apareció DeMarco, el canadiense de veinticinco años, vestido
con un clásico jean y una camisa sencilla de color azul, acompañado por el
guitarrista Andrew Charles White, Pierce McGarry en el bajo, Joe McMurray en la
batería y el tecladista Jon Lent.
Lo primero que hizo al pararse frente a la multitud fue
presentar a su banda y recordar su visita a nuestro país el año pasado.
Entre aplausos, gritos y flashes, Mac hizo sonar los
primeros acordes de The Way You'd Love Her, y el público rápidamente coreó la
introducción. A continuación sonó Salad Days, canción que lleva el mismo nombre
que el segundo álbum del cantante.
El repertorio del canadiense fue variado, un repaso de sus
mejores temas de todos sus álbumes de "jizz jazz", como DeMarco describe su sonido, hizo saltar y bailar a los fanáticos durante
toda la noche. Es que el regreso fue muy esperado. El músico es uno de los artistas más reconocidos en el indie rock internacional actual, y todos quieren estar presentes en uno de sus salvajes shows. El público argentino no es la excepción: las entradas se agotaron
rápidamente, al igual que en su primera visita a la Argentina. Todo parecía indicar que, paradójicamente, lo alternativo era moneda corriente en el local de Palermo.
Another One, Cooking Up Something Good, Ode to Viceroy,
fueron algunas de las canciones más coreadas; y tanto fervor tuvo su
recompensa. Los músicos se mostraron agradecidos y constantemente interactuaban
con el público, incluso tomaban los objetos arrojados al escenario. Colocaban
flores en lo micrófonos, se ponían gorras y sombreros, y hasta agarraron una
bikini de una fanática.
Without Me, con su bella melodía llevó una calma necesaria
para poder recuperar las energías. Más tarde el público volvería a enloquecer
con Just to Put Me Down y Freaking Out the Neighborhood. Cerca del final sonaron la balada romántica A
Heart Like Hers y la pegadiza Chamber of Reflection. Pero Mac supo guardarse lo
mejor para lo último.
Pese a estar acostumbrados a sus extrañas presentaciones, nunca
se sabe bien qué esperar. DeMarco tiene fama de ser un artista imprevisible; para
muchos errante, y curioso comparado con lo que estamos acostumbrados a ver en
el ambiente musical de estos tiempos.
Cuando todos pensaban que la fiesta estaba llegando a su
fin, y aprovechaban para cantar con fuerza el estribillo de Still Together, Mac se arrojó al público como si fuese una gran pileta con
agua y se sumergió en una multitud eufórica que logró atraparlo. Y cuando todo
indicaba que aquel paseo entre una ola de manos había sido lo mejor de la
noche, el músico canadiense logró treparse con ayuda de los fans en el balcón
de Groove para luego volver a arrojarse a la multitud, mientras su banda
interpretaba el clásico de Nirvana, Smells Like Teen Spirit; provocando un
estallido de flashes, aplausos y gritos de euforia.
De vuelta sobre el escenario, un Mac transformado, continuó
tocando Still Together, y amagó con que ese era el final del espectáculo. Pero
los fans no se movieron, querían más. Tras corear “una más y no jodemos más”
los músicos volvieron al escenario. DeMarco, sin su camisa pero con un cigarrillo en
su boca, se lució interpretando Enter Sandman de Metallica, despidiéndose de la
mejor manera, al estilo Mac DeMarco.
Créditos por las fotografías a Matias Casal
Publicado por Macarena Varela
No hay comentarios.:
Publicar un comentario