Luego de diez años, los Rolling Stones regresaron a Argentina para dar un show lleno de clásicos y hacer delirar a más de 55 mil personas.
Un trueno suena en el cielo de La Plata cuando los fanáticos de los Rolling
Stones ingresan al Estadio Único gritando y aplaudiendo, demostrando que ni una
tormenta va a arruinar el primer show de los tres que dará la legendaria banda en
Argentina, en el marco del Olé Tour 2016 que será probablemente su última
visita a nuestro país.
Aún quedan varias horas de espera por delante para vivir la noche tan
ansiada por todos. El público continuaba ingresando sin cesar al estadio. La
Beriso y Ciro y Los Persas son los encargados de musicalizar la previa. La multitud calienta el ambiente cantando los clásicos del ex cantante de Los Piojos
bajo una lluvia torrencial que parece no querer perderse tampoco del
espectáculo.
Más tarde llegaría la calma. Minutos antes de las 9 de la noche, hora
estipulada para el comienzo del show de los Stones, la lluvia termina, dando el
tiempo suficiente para secar el escenario y permitirle a Jagger bailar y
moverse de un lado a otro durante todo el concierto.
El reloj marca 21:15 cuando las luces se apagan y las pantallas comienzan a
mostrar un video de la trayectoria de los músicos. Luego el estadio se ilumina
de blanco y, sin introducción, Keith Richards ya está en el medio del escenario,
haciendo estallar a todo el público con los primeros acordes de Start Me Up. Atrás
aparecen Mick Jagger, con su estilo tan característico, y Ron Wood, sumando ovaciones,
mientras que Charlie Watts marca el ritmo desde el fondo.
La espera había terminado, más de 50 mil personas están siendo testigos de una de
las más grandes bandas de la historia del rock.
Sin dar respiro, siguen con It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It), que el
público ferviente corea con fuerza, como si fuese un himno. Es que es sólo rock
‘n’ roll pero nos gusta. Tumbling Dice es la siguiente. “Es la primera vez que
tocamos en La Plata, tardamos tanto en llegar que creímos que íbamos a
Montevideo” dice Jagger en español.
Más tarde volvería a hablar en nuestro idioma, contando que fue a pasear por Caminito y bromeando con que Charlie fue a la Costanera a comer choripán con chimichurri, y que pasearon por el Parque de La Costa.
Luego es el turno de Out Of Control. Después Street Fighting Man, tema elegido por los fanáticos a través de votación
en Internet, y a continuación suena Anybody Seen My Baby?
Ya pasaron varios minutos del show y Jagger, con 72 años, parece estar
mejor que nunca. Va de un lado a otro del escenario, caminando por la larga
pasarela, bailando y cantando, alentando al público, mientras que Wood (68) y
Richards (72) continúan sonando igual o mejor que hace cincuenta años. Y Watts, con
74 años, mantiene un ritmo exquisito. Resulta casi increíble que sigan tocando
en vivo a esa edad, pero los Stones siempre desafiaron a todo y todos, incluso a la vejez.
En la mitad del show, Mick presenta a los músicos, el primero en ser ovacionado
es Ronnie, luego llega el turno de Charlie que se acerca lentamente al centro
del escenario (y Jagger trata de empujarlo hacia adelante). El último en ser
presentado es Keef, quien se lleva la mayor ovación del anoche, todo el estadio
aplaude, grita y canta “olé, olé, olé, Richards, Richards” mientras que Keith
se acerca a la pasarela y se queda en cuclillas durante unos segundos, sonriendo,
emocionado de lo que está pasando frente a sus ojos. Es que pese a llevar toda
una vida tocando en estadios repletos, pocas veces se viven cosas así.
Keith se para frente al micrófono en medio del escenario, con la guitarra
colgando, y agradece antes de comenzar a cantar Can’t Be Seen With You y Happy.
Más tarde, Jagger regresa a escena para cantar Midnight Rambler, canción a
la que Richards llamó como “una ópera de blues”. La dupla fantástica de
Richards y Wood, Jagger moviéndose y tocando la armónica, cautivando a toda la
audiencia como solo él puede hacerlo. Sin dudas, uno de los momentos más emotivos
de la noche.
El público entra de vuelta en éxtasis con Miss You, mientras que Mick se
pasea por la pasarela interactuando con el público argentino que conoce mejor
que nadie al frontman que, con su estilo, marcó una cultura en nuestro país.
La euforia continúa con Gimme Shelter, cuando la corista Sasha Allen tiene
su momento de la noche y suelta sus increíbles notas mientras se pasea por la
pasarela hasta el final y se une a ella Jagger. Luego, ambos vuelven al centro del
escenario para continuar con Brown Sugar.
Tras una pausa el escenario vuelve a iluminarse y Mick regresa con una
capa roja. Ya se sabe que es el turno de Sympathy for The Devil.
Sobre el final suena Jumping Jack Flash, y a continuación llega un
intervalo más largo, que a esa altura es necesario para el público que no dejó
de cantar y aplaudir durante más de dos horas de show.
El escenario se ilumina de azul y un coro aparece en escena; más tarde Mick
es acompañado por las voces de todo el estadio para cantar el coro de You Can't
Always Get What You Want, otro de los momentos más emotivos de la noche.
La multitud vuelve a explotar con Satisfaction, dándole la mejor despedida
a la banda que marcó la historia del rock ‘n’ roll en los años 60’ y que
continúa vigente.
Jagger, Wood, Richards y Watts se unen en un abrazo y se despiden de su
público con una reverencia mientras que a ambos lados del escenario explotan
fuegos artificiales.
Richards es el último en irse, se toma unos minutos más para mirar a la multitud que lo aclama y se va
hacia el fondo del escenario, sonriendo y bailando como si todavía le quedara
energía para seguir tocando toda la noche, o toda la vida.
Publicado por Macarena Varela
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