El ex líder de The Verve se presentó el sábado 22 de octubre por primera vez en la Argentina, en el marco del Personal Fest 2016.
La gente aplaudía cada vez más, “Olé, olé, olé,
Richard, Richard”, cantaban todos, era una noche primaveral, apenas corría
una brisa leve que ni llegaba a ser viento. Las únicas luces que dejaban ver un
poco del escenario eran las luces azules que estaban en los laterales del
mismo. Con lo poco que se dejaba ver, se vio que cada músico iba acomodándose
en su lugar, y mientras sonaban los primeros acordes de Out Of My Body, las luces rojas que empezaron a ser más furiosas,
revelaron al ex vocalista y ex frontman de The
Verve, el primer recital de Richard
Ashcroft en Argentina ya era un
hecho.
De campera roja, una remera azul pálido, gafas de sol
y unos jeans gastados, el británico empezó a cantar, la gente se quedó callada,
tal vez porque era la primera vez que Ashcroft les regalaba su presencia, o tal
vez porque era el primer concierto de él, tal vez porque no lo podían creer. Durante casi una hora y veinte minutos, la gente vibró
con el inglés que nos trajo un
repertorio que recorrió sus momentos en The Verve, sus éxitos como solista y su
último álbum, These People
A medida que avanzaba el primer tema, la gente subía
cada vez más con el músico, tanto que el tema se extendió más de lo que dura,
pero ni Ashcroft ni el público lo notó, él cantaba y bailaba. La gente estaba
contenta, coreando la letra, levantando las manos, levantando las pulseras de
color celeste y rosa que le daban el nombre a la empresa que organizó el
festival que trajo a Richard, se movían de un costado a otro, de arriba
abajo, la gente saltaba, haciéndole honor al nombre del tema que
sonaba.
Cuando terminó el primer tema, Ashcroft no le dio
respiro a la gente que solo pudo llegar a aclamar otra vez “Olé, olé, olé,
Richard, Richard”, el escenario se quedó a oscuras nuevamente, la gente en silencio, las luces azules de los laterales revelaban poco de lo que iba a
pasar, hasta que un conjunto de guitarras comenzó a tocar Sonnet, una ovación demostró que era uno de los temas que no podían
faltar. Con su guitarra en la mano, el británico cantó. A lo mejor porque se
trata de una canción de amor, pero no era casualidad que entre las parejas que
había en el público se pusieran a cantar la canción abrazados y con una
sonrisa, pero quienes no estaban con su pareja también cantaron el que fue uno
de los éxitos más grandes de The Verve.
Siguieron temas como Break The Night With Colour, This
Is How It Feels, Music Is Power, otro de los temas pertenecientes
a Keys To The World.
Space and Time sonó con la fuerza característica que
distinguía al sonido del The Verve, de
aquellas épocas, que seguramente llevaron a todos los presentes de una edad que
rozaba entre los 25 y los 35, a ese sonido que hizo que la música británica se
apoderara del mundo otra vez y captara la atención de los que eran adolescentes
en esos momentos.
Science of Silence, A Song
For the Lovers, estuvieron también en el repertorio, pero cuando llegó el
turno de Lucky Man, la gente empezó
a aplaudir y a gritar más fuerte, para darle paso al silencio, y
cantar el estribillo, levantando con fuerza las manos, mientras que Captain Rock, con su guitarra y su voz ronca,
agradeció al finalizar el tema y le dijo al público que aguardó un largo tiempo
para poder tocar la canción que se venía, junto a ellos, era The Drogs Don´t Work, pero algo lo
detuvo, y de manera muy clara expresó su enojo, los monitores de los laterales provocaron inconvenientes con el
sonido, eso lo puso de muy mal humor, mientras insultaba, la gente se reía,
pidió disculpas y siguió con la canción.
El silencio envolvió el ambiente, se pudo ver a varias personas muy emocionadas, las luces tenues, la guitarra de Ashcroft una vez más, y a las pulseras de colores se les sumaron los encendedores, y hasta los celulares, que acompañaban en un movimiento muy suave, de izquierda a derecha, la melodía del tema.
El silencio envolvió el ambiente, se pudo ver a varias personas muy emocionadas, las luces tenues, la guitarra de Ashcroft una vez más, y a las pulseras de colores se les sumaron los encendedores, y hasta los celulares, que acompañaban en un movimiento muy suave, de izquierda a derecha, la melodía del tema.
Había transcurrido más de
una hora de show y el cantante anunció que era el momento de Hold On, los saltos de la gente
parecían una competencia, porque saltaban cada vez más alto, cada salto
acompañaba a la intensidad que iba adquiriendo la canción, la canción fue
dedicada a Argentina, los violines que sonaban de fondo con la fuerza de la
canción incentivaban a la gente a ponerse aún más intensa, era como un motor,
una vez más la canción se extendería más de lo que dura, una vez más Ashcroft
se quedaba ronco, pero una vez más no importaba.
El momento culminante, y más
elevado para él y para la gente llegó de la mano de Bitter Sweet Symphony, que con un arreglo de sonido diferente,
fue transformado en algo un poco más funk, pero sin perder la esencia, ni los
violines de fondo, todo se mezcló, la gente saltó, levantó las manos, no cantó,
gritó, sí, gritó. Cada persona estaba en su mundo, reviviendo y viviendo el
tema, al igual que Richard, de una
manera desenfadada, con esa arrogancia con la que Ashcroft caminaba en el video
de la canción de 1997 de Urban Hyms, mientras
se ponía un saco tejido negro, y dejaba la voz una vez más, la sinfonía
agridulce del último tema de la noche fue dedicada al Diez, Ashcroft, (es más
que aficionado de Boca Juniors).
La última canción terminó, como en el principio, se escuchó, “Olé, olé, olé, Riichard, Riichard”. Captain Rock se retiró del escenario. La única nota que salió sobre este show se refería a Ashcroft en el título con algo como una “reparación histórica”, como si el tuviese que hacer eso porque su reconocimiento solo se debe a The Verve, a un tema, pero no.
La última canción terminó, como en el principio, se escuchó, “Olé, olé, olé, Riichard, Riichard”. Captain Rock se retiró del escenario. La única nota que salió sobre este show se refería a Ashcroft en el título con algo como una “reparación histórica”, como si el tuviese que hacer eso porque su reconocimiento solo se debe a The Verve, a un tema, pero no.
El sábado 22 demostró lo que muchos ya sabían
y de alguna forma esperaban confirmar en el Personal Fest, su figura es,
como líder y también como solista, el público vibró, saltó, gritó, y lo hizo
con Ashcroft que dejó todo en cada canción, junto con el público, Ashcroft es británico, pero no es ningún Lord,
tiene fuerza, y ese día la dejó en el escenario, junto con toda la gente que
esperó años para verlo acá.
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