viernes, 4 de septiembre de 2015

Un año sin Cerati

Me acuerdo donde estaba hace un año atrás, seguramente vos también deberás recordar donde estabas ese día. Estaba estudiando para un examen en mi casa, el cielo estaba gris, ese gris claro casi blanco, como el hielo, era ese color: blanco hielo, porque hacía mucho frío.
Desde antes del mediodía los matutinos empezaron a pasar con mayor frecuencia temas de Cerati. Era un secreto a voces. Nadie quería confirmar la noticia pero cada vez en más canales de televisión y programas radiales dedicaban más tiempo a aquella noticia. Noticia que todos sabían que en cualquier momento podía llegar, pero que nadie quería dar.
En la habitación 116 del primer piso de la clínica Alcla, Gustavo Cerati decía adiós. La máxima estrella de rock latinoamericana fallecía de un paro cardiorrespiratorio, luego de estar cuatro años y cuatro meses en coma.

Aquel jueves sus canciones cobraron más sentido que nunca. Desde que había sufrido el ACV en Caracas, después de tocar en la Universidad Simón Bolívar, sus obras tomaron otra dimensión, y aquel frío día de septiembre no fue la excepción.
La gente comenzaba a hacerse eco de la noticia, y recordaba al artista con sus propias frases, sus propias melodías. Gustavo comenzaba a ser eterno.
Durante mucho tiempo, su estado fue un enigma que generaba un debate filosófico, metafísico, religioso, y que la ciencia no podía dar una explicación que nos dejara conformes a todos, porque todas las teorías de los médicos eran negativas, mientras que los fanáticos nos aferrábamos a la ilusión y la esperanza.
Mientras tanto, ese estado de coma despertó del todo su dimensión artística. Gustavo se había convertido en uno de los músicos más influyentes en el rock nacional, junto a Charly y Spinetta, pero también había cruzado las fronteras del tiempo y del espacio para inspirar a varias generaciones de distintos países latinoamericanos.
Su trabajo en Soda Stereo marcó un antes y un después en la historia de la música de nuestro continente. El sonido fresco y desprejuiciado los convirtió no solo en una banda de rock nacional y popular, Soda era a su vez una banda sofisticada y experimental. Su obra como solista, su discurso emotivo, su poesía, su forma de plasmar la época a través de melodías, lo convirtieron en el gran artista popular de nuestra era. Incluso en su momento de menor popularidad, él estaba convencido de lo que hacía; y aquel trabajo sería valorado años después, porque no era su material el que debía mejorar, sino nosotros los que debíamos cambiar para poder disfrutar de él.
Gustavo se durmió y su arte despertó con mayor fuerza. Su obra quedará por siempre inmortalizada en cada rincón de la ciudad, del país, del continente, porque un artista no muere nunca cuando su arte sigue vivo.
Su figura de príncipe encantador se convirtió en un mito para todos los amantes de la música. El rock nacional y latinoamericano tendrá para contar la leyenda del gran artista que fue Gustavo Adrián Cerati.



Publicado por Macarena Varela



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