Muse regresó a la Argentina por
cuarta vez este sábado, y dio uno de sus mejores shows en el país.
Eran las 9 de la noche en Vicente
López, y ese frío que parece que no quiere abandonar Buenos Aires hace semanas
se sentía aún más en las cercanías del río. Aún así, la mayoría de los que
estábamos en el campo delantero ya nos habíamos sacado las camperas listos para hacer de la noche una fiesta.
El líder, Matt Bellamy (voz y
guitarra), junto a Christopher Wolstenholmen (bajo) y Dominic Howard (batería),
salieron al escenario con la puntualidad característica de los inglesesm mientras
de fondo se proyectaba Drill Sergeant como introducción de Psycho, el primer
corte de difusión de su último disco, Drones, que dio inicio a un show musicalmente
impecable.
Con el poderoso riff de Psycho
pasaron apenas segundos para que empezara la ola de avalanchas y saltos de un
público que se mostró (al menos en el campo vip) muy eufórico, coreando cada
segundo las melodías de la guitarra de Bellamy. La presentación siguió con otro
tema del último disco, Reapers, en el mismo marco conceptual de letras plagadas
de sentido futurista y apocalíptico, pero con un sonido demoledor.
Tocando un poco más de una hora y
media, Muse presentó una lista de temas que recorrió casi todas las etapas de
su carrera (sin canciones del primer disco, Showbiz), planteando distintos
climas durante el show, con un inicio bien rockero, yendo luego a matices más
melódicos acompañados del frontman en el piano, y retomando hacia el final la potente
energía que los caracteriza.
La tercera canción, el clásico
más aclamado, Plug In Baby, desató la euforia de un público que no paró de
cantar en ningún momento de la noche. Seguida por The Handler, de Drones, y
pegada The 2nd Law: Unsustainable, con el sonido arrollador al que nos tienen acostumbrados y que los sitúa en la cima de las bandas que mejor suenan en vivo al momento.
Mientras tanto, en el campo volaban,
además de banderas argentinas, también chilenas, venezolanas y de Uruguay, país
del cual Matt se colgó una en los hombros y tras el abucheo de la gente, más
adelante aparecería con una gran bandera argentina que tendría colgada de su
brazo durante casi todo el resto del show.
Siguieron con Dead Inside, tras
la cual hicieron un descanso para luego introducir otro de los clásicos más
festejados, Hysteria de Absolution, que terminó con el riff de The Honey Roll
de AC/DC adaptado a la guitarra distorsionada de Bellamy, en la que se notó la
fuerte influencia de uno de los guitarristas favoritos del frontman, Tom
Morello de Rage Against The Machine.
Tras ello, los saltos y
avalanchas cedieron por unos minutos ante un clima de emoción generado por uno de los temas más esperados por los
fanáticos que seguimos a la banda hace tantos años: la orwelliana Citizen
Erased, de Origin of Symmetry, inspirada en el clásico de la literatura, 1984,
de George Orwell. Fue uno de los momentos más emotivos del show, destacado por
la diferencia de matices sonoros que presenta una de las canciones más
completas de la banda: rock progresivo, distorsión, una voz que no falló en
ningún momento (de esta canción, ni del show), con los destacados falsetes de
Matt, y con su final en piano ante el cual más de uno reflejó su emoción en
lágrimas y aplausos incondicionales.
Como si hubiera sido poco,
Bellamy no se movió del piano y arrancó Apocalypse Please, que no permitió
bajar la emoción por esos minutos.
Ya pasada la mitad del show,
sonaron Madness, Supermassive Black Hole, acompañada del riff de Voodoo Child
de Jimi Hendrix Experience, y las festejadas Time Is Running Out, Starlight, y
otra de las canciones de la banda más inspiradas en 1984 de Orwell, Uprising, ante la cual
Bellamy no pudo disimular su sonrisa al escuchar al público corear
constantemente los sonidos de su guitarra.
Enmarcados en un juego de luces
constante, y que destacó especialmente en la anteúltima canción, Mercy, acompañados de humo, papelitos y
serpentinas, y los globos gigantes que caen sobre el público en todos sus
shows, Muse logró hipnotizar y cautivar plenamente a los espectadores.
Fue un show especial, para el
público y para los británicos. Considerando que de las presentaciones
anteriores, sólo en la de 2008 del Gran Rex tocaron solos, ya que en 2011
telonearon a U2, dando un show de 40 minutos con sólo 8 canciones en vivo, y en
2013 se presentaron en el marco del Personal Fest, donde los públicos de las
distintas bandas del festival se entremezclarin y el show nunca terminó siendo
exclusivo, aunque fueron la banda que cerró, la diferencia en esta presentación
se hizo notar. Matt interactuó constantemente con el público, entusiasmado de
vernos coreando cada riff, cada sonido, de festejar cada movimiento, repentinamente
sonreía mirando a Chris y a Dom un tanto asombrado; algo que Matt nunca hace,
porque siempre se limita a tocar de forma impecable pero con una interacción
casi nula con el público, que recuerda por momentos a Trent Reznor en los shows
NIN. Sin embargo, esta vez, favorecido quizás por ser el segundo show propio de
la banda en el país, con una carrera mucho más consolidada que multiplicó la
cantidad de público asistente, tras 8 años de la primera visita, y esta vez sin
butacas, se notó que la banda quedó realmente impactada con la arenga constante
del público, y que se retroalimentaba desde el escenario.
Sobre el final, Chris interpretó Man
of the Harmonica, del italiano Ennio Morricone, como introducción a la que sería
la última canción del show, Knights of Cydonia, con la que culminaron una
noche musicalmente deslumbrante y que probablemente, tanto la banda como el
público van a recordar siempre.
Publicado por Celeste Parrella
No hay comentarios.:
Publicar un comentario