martes, 8 de marzo de 2016

Catupecu Machu: pasión visceral, electricidad y fuerza arrolladora en el Konex


Una chica rubia baila; se mueve para un lado y para otro, salta como loca, ladea la cabeza con los ojos cerrados. No existen nada más que ella y la música. "Vibra con la música"; esa es la mejor expresión.. “Ama como si no te hubieran herido, baila como si no te estuvieran mirando”, dice Fernando Ruíz Díaz, mientras se sonríe porque esa chica le recordó a su hija,  que también baila como si no la estuvieran mirando. Esas son unas de las primeras palabras que dice el cantante de Catupecu Machu en el primer intervalo del recital que dieron en Ciudad Cultural Konex el sábado pasado.


El recital empieza a las 20 y salen al escenario Fernando Ruiz Díaz,  Macabre , Agustín Rocino y Sebastián Cáceres. La guitarra  con una potencia terrible, parece prometer que no será un recital tranquilo.

Los temas que interpretan recorren la discografía que va desde "El mezcal y la cobra" hasta “Dale!”. Cuando llega el turno de tocar “Para vestirte hoy”, Ruiz Díaz resalta que: “Este tema que viene a continuación, es el de Lisandro Aristimuño", con un orgullo que se lee en la mirada que le da al público cuando recuerda a quien pertenece la canción.  

Con “Magia Veneno” se siente en el aire la alegría de la banda, ya que el video fue grabado en el Konex hace casi 4 años.  La guitarra se encarga de las primeras notas, el vocalista juega con todos cantando: “Y es que estamos desesperados, por encontrarnos y vernos hoy”. Todos comienzan a moverse, a saltar de un lado a otro, como la chica que bailaba como si nadie la estuviera mirando.

Lo que se va sintiendo a medida que el show avanza es como un precalentamiento fuerte; es como si cada tema fuera un guiño cómplice que le está diciendo al público: “Si creías que esto era lo mejor, lo más fuerte, lo más vibrante, esperá, porque esto recién empieza”.




“Plan B: anhelo de satisfacción” es otra de las tantas apuestas fuertes de la banda. Cada integrante juega, corre de un lado al otro. Ruiz Díaz se sube a un escalón en el costado izquierdo del escenario y se roba por un momento toda la atención cuando destroza la guitarra con una destreza increíble en los dedos. Luego el papel central vuelve a ser el de todos, aunque también la batería de Rocino toma un particular protagonismo; está encendido e incansable. Con una botella de agua, el líder de la banda, bromeando hace el gesto de bendición sobre el público. Toma un trago de agua y la energía sigue.

“Dialecto” ya suena con todos los presentes encendidos, acompañada del pogo característico de los  recitales de Catupecu.  El vocalista grita, salta, incita aun más a todos (si es que es posible) a que se pongan más eufóricos. Y empieza “Acaba el fin”: ya estamos adentrándonos en los orígenes del grupo, remontándonos a Cemento, al principio donde la fuerza de Catupecu se hizo sentir, allá por el año 1997. Ruiz Díaz grita: “Dale”; la gente salta, y el pogo comienza otra vez.

No hay persona presente que se quede quieta, que no cante, que no vibre. No hay un momento que sea distinto del otro. Aunque quizás con “Eso vive”, muchos vuelven a una adolescencia que se sentía con fuerza e intensidad y donde este tema se cantaba hasta quedarse afónico. Como dice la canción, "se agrieta el piso".

Como si no fuera suficiente tanta fuerza, Ruiz Díaz se acerca a Macabre González, le habla muy bajito, y ambos se ríen. González abandona el teclado, agarra una guitarra y grita fuerte “Hey ho, let's go”, Suena la guitarra con una gran velocidad, de la mano de “Blitzkrieg  Bop”. Suena la voz de Macabre. El pogo se hace presente, como ya es costumbre, una vez más. Los Ramones estarían muy contentos.

La gente continúa eufórica y una vez más el vocalista juega con ellos cuando dice: “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, y Rocino explota con la batería, junto con el bajo de Cáceres y la guitarra de Ruiz Díaz, quien corre de izquierda a derecha y parece ser inagotable. Viene el estribillo y la fiesta sigue cada vez más fuerte. La canción parece terminar pero, una vez más, sigue el juego con el público y la música para. La gente canta a los gritos (aunque algunos ya no tienen voz), y la simetría de la banda se siente una vez más. 

La magia termina. De mano del cantante, cada integrante es nombrado, felicitado y se despide desde Buenos Aires, Argentina. Se van enérgicos y satisfechos con los aplausos y gritos de la gente. Las luces se encienden y, parecería que a propósito, suena “Héroes” de David Bowie.


Publicado por Constanza Iglesias



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